Los tratamientos dirigidos por la dilatada formación y experiencia que recibirás en nuestra clínica dependerán del tipo y de la gravedad de la lesión que tengas.
Para ello es preciso en primer lugar realizar un diagnóstico certero. Sin esto, hacer algo para la rodilla es actuar a ciegas. Nunca le cambiarías las ruedas a un coche cuando lo que no funciona correctamente es el motor.
Bien, pues para llegar al diagnóstico, previamente es necesario una entrevista clínica que se llama anamnesis, durante la cual el fisioterapeuta preguntará todo lo relacionado con la lesión o el dolor y sobre el estado de salud general e investigará sobre las posibles repercusiones de otras partes del cuerpo en el dolor que el paciente sufre en el momento de la visita.
Una vez que tenemos una idea sobre el pasado biológico y la lesión actual del paciente, realizaremos la exploración a través de una serie de test y manipulaciones de la rodilla para analizar tanto la biomecánica, como la existencia de inflamación, una palpación minuciosa de cada uno de los tejidos. Y todo ello se pone en contexto con los síntomas del paciente y con las pruebas de imagen complementarias como la ecografía o la resonancia magnética funcional.
Cuando tenemos el diagnóstico, pasamos al tratamiento. Evidentemente, este dependerá del grado de la lesión y del tejido afectado.
Para ello contamos con un arsenal de herramientas y técnicas a la vanguardia de la ciencia y con magníficos resultados: masoterapia, punción seca, osteopatía, fisioterapia, ganchos, neurodinamia, drenaje linfático, kinesiotaping.
En ocasiones es necesario que el fisioterapeuta desarrolle un programa de ejercicios de rehabilitación para fortalecer la rodilla y estirar los músculos gradualmente. Estos ejercicios variarán según el tipo y la gravedad de la lesión que tengas.
Aunque no siempre podremos tener una actuación directa en la lesión del paciente, y será relevante nuestra intervención fisioterápica tras una cirugía, en el proceso de rehabilitación.