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Dolor de rodilla

Artrosis de Rodilla – parte 1

En el artículo de hoy hablaremos sobre la tan conocida artrosis de rodilla, cómo se desarrolla, qué factores de riesgo están detrás de su pronta aparición y de cómo prevenirla.

En el próximo post, hablaremos de qué puede hacer la fisioterapia para tu artrosis de rodilla, qué puedes hacer tú mismo una vez que la tienes. Y hablaremos también de tipos de tratamiento, tanto a nivel conservador, quirúrgico, medicamentoso y terapia alternativa; y qué éxito o alivio se puede encontrar en las mismas.

Y, por último, cuándo consideramos que es necesaria la intervención quirúrgica de la artrosis de rodilla, donde será necesaria una prótesis de rodilla; en qué consiste, y cómo ha de ser una rehabilitación de prótesis de rodilla.

Como ya estuvimos hablando en el artículo DOLOR DE RODILLA, se trata de una articulación formada por 3 huesos, fémur (el hueso largo que viene desde la cadera y forma la parte superior de la rodilla), la patela o rotula (es el hueso situado en región frontal de la rodilla y que articula con el fémur) y la tibia (formando el suelo de la parte inferior de la rodilla, y como hueso largo que es termina en el tobillo). Bien, pues la rodilla es el complejo entramado biomecánico formado no solo por estos tres huesos, sino por una serie de ligamentos destacando entre otros el ligamento cruzado anterior, meniscos (interno y externo), capsula, tendones y músculos. Y entre todos ellos, confieren una maquina cuasi perfecta para la deambulación, el salto, el sprint, y cualquier movimiento de locomoción del miembro inferior.

¿CÓMO SE PRODUCE LA ARTROSIS DE RODILLA?

La artrosis de rodilla es el desgaste del cartílago articular de las superficies de la rótula, fémur y tibia. Así como cualquier tejido del cuerpo humano va envejeciendo, no ocurre diferente con el cartílago. De tal forma, que con el paso de los años, este tejido se va deteriorando y va disminuyendo generando la aparición de la artrosis. Si quieres saber más sobre la artrosis en general, sus causas, consecuencias y cómo ponerle remedio, échale un vistazo al siguiente articulo: artrosis.

En concordancia con lo mencionado en el párrafo anterior, en muchos casos la artrosis de rodilla es motivo de grandes dolores, de una limitación de la calidad de vida muy grande e incluso de la imposibilidad de realizar muchos movimientos, desde bajar escaleras hasta realizar una andada. Y aunque tener algo de artrosis es normal, existen ciertos grados de la misma que son anormales y patológicos.

¿QUIÉNES LO PADECEN?

Es más frecuente en mujeres que en hombres, y principalmente en edad avanzada, aunque nadie está a salvo.

¿Y CÓMO DISTINGUIMOS UNA ARTROSIS NORMAL DE UNA SEVERA?

La respuesta es el grado de la artrosis por un lado, mediante las pruebas radiológicas; también mediante los test ortopédicos manuales; y por otro lado, mediante la evaluación de los daños, síntomas e impotencia funcional del paciente.

Y es que una artrosis “normal” no debería doler, no debería causar dolor ni impotencia funcional; por tanto, todo lo que se salga de este aspecto, será susceptible de ser explorado y parcial o totalmente corregido de acuerdo a su origen y fisiología.

¿QUÉ GRADOS DE ARTROSIS EXISTEN? ¿CÓMO SE PRODUCE?

Existen 4 grados de artrosis, y responden a mayor gravedad en evaluación creciente; de modo que grado 1 es le mas leve, grado 2 medio; grado 3 medio-severo y grado 4 severamente fuerte.

El cartílago está formado por los condrocitos, que es la unidad funcional del cartílago; es decir, las células especializadas en formar nuevo cartílago y que se encargan de la restauración y regeneración del mismo. De igual forma que la piel que tenemos en el cuerpo no es la misma que hace 2 meses ni mucho menos que la que teníamos hace 20 años, se va restaurando la piel muerta por nueva piel; no obstante, la edad biológica de los tejidos ha ido cambiando con el tiempo como visualmente podemos observar. Pues lo mismo ocurre a nivel del cartílago.

Y en caso que se nos presenta de la rodilla, hemos de comentar la grandísima influencia que sufre esta articulación en relación a sus adyacentes: tobillo-pie y cadera-pelvis. La rodilla se sitúa justo en medio de la extremidad inferior, y sufre de influencias biomecánicas tanto desde abajo, desde el pie-tobillo; como desde arriba, cadera-pelvis.

Y… ¿cómo se explica esto? Pues lo haremos sencillo: imagínate que tu tobillo sufre un esguince, o que tienes debilidad en el glúteo mayor (amnesia glútea), el movimiento que se transmite por la extremidad inferior estará alterado, y la rodilla intenta compensar esta variación biomecánica sometiendo a sus tejidos a mayor carga. Lo que puede ocurrir, es que la rotula se desplace hacia un lado o hacia arriba para compensar el movimiento, y, por tanto, se produzca un ligero roce de la superficie articular del fémur con la rótula; es decir, de sus cartílagos. El cartílago como no está inervado, no expresa dolor al inicio; sino cuando la degeneración y lesión ha ido a más y tiene cierta gravedad. Se suele notar más al bajar escaleras o cuestas largas, como al realizar una caminata en el monte.

Esto lo podemos extrapolar al caso de una bicicleta o en un coche: si la cadena de eslabones o de distribución del coche están distendidos y no transmiten bien el movimiento, acaban afectando a los cambios de marchas y finalmente desgastan los piñones y platos de la bici o el motor del coche.

FACTORES DE PREDISPOSICIÓN

No podemos olvidar, que la artrosis tiene un origen multifactorial, esto es, que suelen confluir varias causas o factores que predisponen a padecer dicha lesión o enfermedad.

Por un lado, y muy importante, está la genética. Existe cierta predisposición a padecer artrosis cuando tenemos antecedentes familiares. Esto se explica porque unos determinados genes no codifican las proteínas correspondientes para la metabolización a nivel de los condrocitos (las células de los cartílagos articulares) de nuevo material o nuevo cartílago, o la regeneración del mismo.

Por otro lado, y como es evidente, tenemos el sobrepeso: cuando más peso le aplicamos a esa articulación, mayor carga ha de soportar produciendo un desgaste más prematuro.

El tipo de actividad física: sobre todo en actividades que tienen mucho impacto o que no existe una correcta compensación de las cadenas musculares, hipertrofiando unos músculos y dejando débiles otros, produce cuerpos asimétricos y poco saludables. Si además a esto le sumamos una mala distribución de los entrenamientos, excesos de actividad física, poca musculatura estabilizadora, falta de calentamiento y sin trabajo de flexibilidad y movilidad…tenemos un coctel perfecto para que a medio o largo plazo se expresen nuestras rodillas con los principios sintomáticos de artrosis de rodilla.

Las lesiones: una lesión en alguno de los meniscos es una de las principales causas de artrosis prematura de rodilla. También lo es la lesión de ligamento cruzado anterior de la rodilla. Ambos problemas generan una mayor inestabilidad en la rodilla, que, si no tiene una buena rehabilitación, provoca a la larga una artrosis precoz, anticipada y de mayor gravedad.

Enfermedades autoinmunes o reumatológicas: por desgracia, una enfermedad autoinmune como la artritis psoriásica y otra enfermedad reumatológica favorece un terreno biológico propicio para la artrosis precoz de rodilla.

Mala nutrición e hidratación: si no aportamos con la nutrición e hidratación los elementos indispensables para que nuestro cuerpo se vaya regenerando, será imposible que reconstruya aquellos elementos lesionados o envejecidos; y, por tanto, estaremos favoreciendo la aparición de la artrosis. Mencionar por encima la importancia del sistema emuntorial (riñones e hígado) como elementos indispensables para mantener el medio extracelular en las condiciones necesarias para que los condrocitos (las células del cartílago) puedan hacer su trabajo correctamente.

Sedentarismo: pese a lo que podamos pensar de que la artrosis es ese desgaste del cartílago en muchos casos puede deberse al sobreuso, y, por tanto, el sedentarismo nos protegería contra la artrosis, no es del todo así. Y esto se explica porque el sedentarismo es un factor de riesgo para la salud en general y para las articulaciones en general. El sedentarismo provoca más rigidez articular e inhibe, o al menos, no favorece la fabricación de líquido sinovial, que es el engrasante o lubricante de las articulaciones (que además contiene sustancia antiinflamatoria para reducir síntomas de artrosis).  Junto al sedentarismo están asociadas otras variables como el sobrepeso y otras enfermedades o la inflamación silenciosa, que va a repercutir de manera directa en la metabolización por parte del condrocito a la hora de regenerar el cartílago.

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