
Consejos de salud para evitar el dolor en el psoas
En el artículo de hoy vamos a hablar de todo lo relacionado con el músculo psoas-iliaco.
- Para empezar, mencionaremos su localización, su forma, su función e intervención en el cuerpo y con qué elementos anatómicos se relaciona.
- Para continuar, hablaremos sobre las diferentes vías en que el músculo psoas-iliaco se puede lesionar o afectar a función, cómo se puede acortar o quedar hipotónico o inhibido y cómo esto afecta al movimiento y al dolor en las lumbares, en la pelvis, en la cadera, e incluso en la rodilla.
- Y por último, detallaremos unos cuantos consejos para prevenir su lesión o para aliviar el dolor en el psoas si ya está presente.
Quizás has oído hablar alguna vez del músculo psoas-iliaco, o te resuena familiar su nombre. Y si no lo es, pero alguna vez has tenido algún dolor lumbar o lumbalgia, te animo a que le eches un vistazo al siguiente artículo.
El músculo psoas-iliaco recibe su nombre en parte por su localización: el psoas tiene origen en los cuerpos de las 5 vértebras lumbares, y desciende hacia la pelvis para unirse a la parte iliaca, que nace ocupando gran parte de la fosa iliaca (por dentro en la pelvis); y al unirse ambos vientres musculares, forman el psoas-iliaco; que termina en el trocánter menor del fémur, en la cadera. Y tenemos dos, uno a cada lado de la columna y la pelvis.
De modo, que, conociendo su origen e inserciones, podemos determinar su función; es decir, la biomecánica que desarrollará en nuestro organismo; que es la siguiente:
Por su origen lumbar, genera lordosis; esto es, aumenta la curvatura lumbar, mantiene la espalda arqueada, y participa en la flexión del tronco. Interviene también de forma notoria en la flexión de la cadera, siendo el flexor de cadera más potente del cuerpo (el gesto que realizamos cada vez que subimos un escalón o al andar). Y de forma conjunta, colabora en la estabilización de la región lumbo-pélvica, por un lado, y de la estabilidad de la articulación de la cadera. Además, colabora en mantener la columna dorsal con su correspondiente cifosis fisiológica.
Debido a su situación, forma y función, tiene además relación con el riñón sobre el que éste se asienta, con el diafragma (el músculo de la respiración), el colon y una serie de venas y arterias iliacas que llevan la sangre tanto a los órganos sexuales dentro de la pelvis, como a las extremidades inferiores. Además, el plexo lumbar atraviesa al psoas-iliaco, de modo que alguna alteración del mismo puede estar detrás de alguna afectación de origen neural, desde radiculopatías, como la meralgia parestésica (dolor de la ingle y del muslo en su parte anterior).
Como podemos apreciar, se trata de un músculo clave para mantener tanto a postura y el movimiento como la salud física en general de todo el cuerpo.
¿CÓMO SE LESIONA O QUEDA AFECTADO EL MUSCULO PSOAS-ILIACO Y QUÉ REPERCUSIONES TIENE ?
Al ser un músculo tan participativo en tantas articulaciones, puede quedar afectado de varias maneras. En el texto de hoy expondremos las más comunes.
Una de las causas principales es la sedestación prolongada; esto es, pasar tantas y tantas horas sentados en una silla, sillón o sofá. La actividad económica y laboral que abunda en nuestros días exige cada vez con más frecuencia, trabajos frente a un ordenador que exigen estar sentados la mayor parte del tiempo. Como sabemos, el psoas tiene inserción en las lumbares, sacro, iliaco y cadera; de modo, que, al sentarnos, queda en posición de acortamiento. Esto en sí mismo ya sabemos que no es un problema; sin embargo, es el factor tiempo el que condiciona un acortamiento fisiológico de dicho músculo, una menor flexibilidad del mismo, y, por tanto; puede provocar dolor lumbar, dolor en la cadera y la pelvis, además de generar rigidez y disminuir la amplitud articular.
Otra de las causas, relacionada con la anterior, es el sedentarismo, la falta de actividad física. Nuestro organismo está completamente ligado con la actividad física para mantener y ganar salud a todos los niveles, no solo a nivel osteo-muscular, sino a nivel bioquímico. Sin entrar hoy en esto último, te cuento de qué manera el sedentarismo o la falta de actividad física puede acarrear problemas en el psoas: si pasamos de la cama a la silla de oficina, y de ahí al coche que nos devuelve a casa para ver la televisión y vuelta a la cama; no solo habremos pasado la mayor parte del tiempo en posición de acortamiento muscular, sino que la activación muscular habrá sido mínima, ocasionando inhibición muscular, o amnesia muscular, con su terrible consecuencia que es la atrofia muscular. Cada vez tendremos un cuerpo más débil, ineficiente y enfermo. Si el psoas no participa en la estabilización de la columna lumbar o de la cadera, tendremos el coctel perfecto para sufrir lumbalgias de tipo mecánico, predisponiendo también para sufrir de hernias discales y dolores de la cadera como la trocanteritis y de la rodilla (por alteración biomecánica de la articulación coxofemoral).
Por otro lado, la actividad física puede ser causante de alguna lesión en el psoas. Podría ser porque el gesto deportivo está mal ejecutado y nos esté sobrecargando o lesionando; o porque existe una mala planificación a nivel de cargas, y podamos estar ante una sobrecarga muscular afectando al musculo psoas-iliaco. Incluso existen deportes con una alta demanda de la flexión de la cadera y/o control y flexión de las lumbares, y, por tanto, el psoas está en plena solicitación y puede generar un acortamiento o lesión como la famosa pubalgia tan frecuente entre los futbolistas.
Y cabe mencionar que, debido a sus múltiples relaciones anatómicas con diferentes partes del cuerpo, el músculo psoas puede quedar afectado por una afección de las mismas. Pongamos algún ejemplo para dilucidar esta situación: una hernia discal a nivel lumbar, aparte de las posibles consecuencias que pueda tener a nivel neurológico y de dolor, puede generar una respuesta en forma de contractura del musculo psoas. Otro caso sería una artrosis de cadera, donde el patrón más común es la rigidez de dicha articulación, y como habremos observado alguna vez en la calle a algunas personas en edad de senectud, están inclinados hacia delante, con una flexión de la cadera, propiciada por la propia artrosis, que a su vez genera una lesión del psoas que aún dificulta más el problema impidiendo o dificultando el movimiento de extensión de la cadera.
CONSEJOS PARA PREVENIR LA LESIÓN Y ALVIAR EL DOLOR EN EL PSOAS
Ante la primera de las causas mencionadas, que no es otra que permanecer horas, días, meses sentados frente al ordenador en el puesto de trabajo, etc.; el principal consejo que podemos dar es: levantarse cada media hora de la silla, caminar un poco, movilizar el cuerpo durante un minuto y proseguir con el trabajo. Esto no tiene ninguna afectación a nivel de rendimiento o productividad laboral, ya que se mantiene la atención en lo que se estaba haciendo, y la inversión en tiempo es mínima. Con este consejo, estaremos previniendo futuros dolores principalmente de la columna lumbar, tanto a nivel contracturas como de otras lumbalgias provocadas por hernias o protusiones discales.
Como decíamos en el apartado anterior y en unión también con la crisis de sedestación prolongada que tienen los trabajos del siglo XXI, una de las mejores intervenciones que podemos hacer por nuestra salud corporal y por el psoas en particular, es realizar actividad física. Hemos de tener en cuenta que necesitamos un psoas fuerte y funcional para que sea capaz de estabilizar tanto la región lumbar, pélvica y de la cadera de la manera mas eficiente posible, y de esa manera evitar futuros dolores o patologías. En cuanto a la actividad física, nos vale con realizar prácticamente cualquiera, ya que, de seguro, va a realizar una activación de este musculo. Solo tendríamos que asegurarnos que realizamos el movimiento o gesto deportivo de la manera correcta. Y si se trata de un deporte como el futbol o tenis, tendremos que trabajar también los músculos antagónicos para no quedar descompensados. Y de la misma manera, deportes con mucha demanda mecánica de flexión de cadera, como pudiera ser los 100 metros vallas o el salto de altura (entre otros), hemos de procurar que el psoas no tienda al acortamiento y a la sobrecarga muscular.
Por último, uno de los consejos que podemos brindaros es que acudáis a vuestro fisioterapeuta de confianza cuando tengáis cualquier tipo de dolor a nivel lumbar, pélvico, de cadera e incluso de rodilla. Porque este musculo puede estar detrás de ese dolor como ya hemos visto. En la mayor parte de las ocasiones, acudir de forma temprana, cuando apenas llevamos unos días con el dolor, nos augurará una mejora en la recuperación de la lesión y una eliminación más temprana del dolor. Aparte de estar previniendo lesiones más graves y problemáticas si esto no se resuelve.
Será el trabajo de vuestro fisioterapeuta, pero como resumen para que sepáis el tipo de intervención que se puede hacer: como habréis leído en otros artículos, todo dependerá del diagnóstico.
Cuando éste nos indique un psoas hipotónico, débil e incluso atrofiado, nuestros esfuerzos serán “despertarlo” para que recupere sus funciones biomecánicas en el cuerpo. Para ello, la realización del trabajo neuromuscular será lo más esencial, con múltiples ejercicios que lo activarán.
Cuando se trata de un acortamiento, el fisio trabajará para devolverle la flexibilidad pertinente, realizando maniobras tanto a nivel manual como puede ser la masoterapia, como con estiramientos. Y enseñar al paciente para que pueda proseguir con la flexibilización del psoas hasta recuperar su capacidad funcional.
Cuando se trate de un problema por contractura o sobrecarga, las maniobras mas efectivas serán la osteopatía, la masoterapia, el trabajo neuromuscular y la punción seca.
Y cuando en realidad el psoas nos esté dando dolor, pero el problema resida en otra parte, como en las lumbares, el sacro o la cadera, será preciso determinar la lesión causante y tratarla, antes de abordar propiamente al musculo psoas.