
Rehabilitación del ligamento cruzado parte 1
A todos los deportistas nos resulta familiar la lesión del ligamento cruzado anterior de la rodilla. E incluso, para personas no tan deportistas, esta lesión no les suena extraña.
Y su reconocimiento no se debe a la frecuencia con que las personas deportistas y en menor proporción no deportistas, la padecen, sino por la gravedad de la misma y
su repercusión no solo en la cualquier actividad física, sino en la afectación de la vida diaria.
Pero… ¿Qué es la lesión del ligamento cruzado? ¿Dónde está el ligamento cruzado? ¿Para qué sirve? ¿Cómo se lesiona? ¿Qué importancia tiene una buena rehabilitación? ¿Es necesaria la intervención quirúrgica? ¿Qué tengo que hacer si me he lesionado del ligamento cruzado? ¿Cómo sé y cómo se diagnostica una lesión del ligamento cruzado?
Vamos a contestar a todas estas preguntas para arrojar un conocimiento cercano, sencillo y comprensible sobre esta lesión tan traumática e incapacitante. Y para ello, lo vamos a dividir en 3 partes. En la primera parte (que es ésta que estás leyendo) describiremos la anatomía del ligamento cruzado y del resto de la articulación de la rodilla, su función en esta articulación, cómo se lesiona, cómo se diagnostica y qué complicaciones pueden acompañar a esta lesión.
En la segunda parte, entraremos en detalle sobre lo necesario o no de la intervención quirúrgica o tratamiento conservador, sus diferencias y de qué depende; y describiremos la rehabilitación PRE-OPERATORIA, y lo importante, aunque menos conocido de sus beneficios.
Y en la tercera parte, entraremos en detalle en las diferentes fases de la rehabilitación del ligamento cruzado con intervención quirúrgica y la importancia del trabajo en equipo (multidisciplinar) entre el médico traumatólogo, el fisioterapeuta y el profesional del deporte y actividad física.
¿QUÉ ES EL LIGAMENTO CRUZADO?
El ligamento cruzado es uno de los principales ligamentos que estabilizan la rodilla y permiten su correcto funcionamiento. Pero… ¿Qué es un ligamento? Un ligamento es la conjunción de una serie de fibras de tejido conectivo, es inelástico, tiene por lo general la forma de una cuerda, y va de un hueso a otro.
Para entendernos, sería como un cordón o cuerda que impide que el hueso se nos luxe, se nos salga; es decir, estabiliza una articulación y permite su correcto funcionamiento guiando la movilidad.
En concreto, el ligamento cruzado se sitúa en la rodilla; y, para ser más exactos, existen dos ligamentos cruzados: el ligamento cruzado anterior y el ligamento cruzado posterior.
En este artículo, hablaremos del ligamento cruzado anterior de la rodilla, ya que es éste cuya lesión es más frecuente entre deportistas y además conlleva una recuperación más difícil, trabajosa, compleja y duradera.
¿PARA QUÉ SIRVE? ¿POR QUÉ SE LE LLAMA LIGAMENTO CRUZADO?
El ligamento cruzado anterior de la rodilla toma inserciones en el hueso del fémur y en la tibia, y lo hace de tal manera que «CRUZA» la articulación (de ahí su nombre) y por su anatomía y disposición, es el encargado de estabilizar la rodilla para que la tibia no se “anteriorice”, para que no se mueva en exceso hacia delante. Es vital en la estabilización de la rodilla, y su lesión conllevará no solo una inestabilidad en dicha articulación, sino también una afectación en la movilidad y funcionalidad de la misma.
Por otro lado, el ligamento cruzado posterior, también cruza la articulación de la rodilla en sentido contrario, de modo que le confiere estabilidad para que la tibia no se “posteriorice” o que no se vaya en exceso hacia atrás. Aunque como hemos mencionado, esta lesión es menos frecuente y menos problemática su recuperación.
Estos ligamentos cruzados son los únicos intra-articulares; es decir, se encuentran dentro de la propia articulación para guiar las fuerzas vectoriales lo más precisamente posible.
¿CÓMO SE LESIONA? ¿QUÉ GESTO LO PRODUCE? ¿CON QUÉ DEPORTES ES MÁS FRECUENTE?
El ligamento cruzado anterior de la rodilla se lesiona cuando la rodilla es sometida a una fuerte carga mecánica de alta energía de torsión mientras está parcialmente flexionada.
En el deporte, esto se explica cuando la persona realiza un giro brusco, repentino y no controlado del cuerpo al mismo tiempo que su pie y tibia permanecen inmóviles, causando ese arrancamiento o rotura por ese efecto traumático de alta demanda de energía mecánica. Es una lesión que puede ocurrir porque otro jugador o deportista bloquea la pierna del rival o por un gesto completamente descontrolado del deportista que se «autolesiona» a sí mismo. También puede ocurrir en la recepción de un salto al caer con una hiperextensión de la rodilla, esto es, un gesto muy forzado en el cual la rodilla se desplaza hacia atrás, más allá de los límites fisiológicos.
Esto ocurre más frecuentemente en deportes de contacto y con cambios bruscos de dirección: en el futbol (con la lesión de Sergio Canales o Xavi Hernández, futbolistas profesionales), bádminton (Carolina Marín), baloncesto (Ricky Rubio), tenis, ski, futbol sala, artes marciales, etc.
Y por completar la información al respecto de los traumatismos causantes de esta lesión, aunque no se trate de un deporte, son los accidentes de tráfico, cuyo impacto genera la rotura del ligamento cruzado y la luxación de la rodilla junto con la lesión de venas, arterias y otras estructuras, haciendo indispensable la atención médica inmediata.
¿CÓMO SE DIAGNOSTICA? ¿QUÉ SÍNTOMAS TIENE ASOCIADOS?
Esta lesión es de origen puramente traumático como hemos mencionado en el párrafo anterior; de modo, que el paciente lo señala e identifica perfectamente con un gesto en concreto y, uno de los síntomas más comunes, es la descripción de un chasquido o crujido de la rodilla en dicho gesto. Otros síntomas habitualmente asociados a esta lesión son los siguientes: gran inflamación de toda la articulación de la rodilla, dolor severo y súbito, incapacidad para deambular los primeros días, inestabilidad de la rodilla, calor (aumento de la temperatura de la rodilla) y derrame de sangre dentro de la propia articulación.
El diagnóstico de esta lesión se realiza teniendo en cuenta lo que cuenta el paciente, los síntomas que presenta, una serie de test ortopédicos y con mayor relevancia en esta lesión, una prueba de imagen, que en este caso, al tratarse de partes blandas no contráctiles, recurriremos a la resonancia magnética funcional o RNM.
No confundir esta lesión con otras lesiones de rodilla que tendrán un abordaje completamente diferente.
¿QUÉ COMPLICACIONES PUEDEN ACOMPAÑAR A ESTA LESIÓN?
La famosa triada, que recibe su nombre por describir la lesión de 3 tejidos fundamentales de la rodilla: ligamento cruzado anterior, ligamento colateral medial o interno y el menisco interno.
En este caso, aparte del ligamento cruzado anterior que ya hemos descrito, existe afectación de uno de los dos ligamentos colaterales de la rodilla (son ligamentos extra-articulares; es decir, no están dentro de la articulación de la rodilla, están a cada lado de la misma y evitan el desplazamiento lateral de la tibia respecto al fémur); el medial o interno, generando inestabilidad en valgo o hacia dentro de la rodilla, al no poder impedir el desplazamiento interno de la tibia respecto al fémur). Y también del menisco interno, encargado de mejorar la congruencia articular.
Otras lesiones asociadas podrían ser la tendinitis y la sobrecarga muscular como mal adaptación de las cargas a consecuencia del dolor o de la impotencia funcional del miembro lesionado