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Rehabilitación del ligamento cruzado parte 3

Hemos llegado a la última parte de la problemática que ocasiona la rotura o lesión del ligamento cruzado.
Y así como en los otros post tratábamos de explicar en qué consiste esta lesión, cómo afecta a la funcionalidad de la rodilla y qué vías de actuación se pueden tomar (quirúrgica o conservadora); en este post que estás leyendo vamos a explicar en qué se fundamenta la rehabilitación de la rodilla postquirúrgica; es decir, todos los pasos que hemos de seguir para la recuperación de la rodilla tras la operación.
Cabe mencionar en este momento que haber realizado la rehabilitación Pre-operatoria (PARTE 2), nos facilitará y acortará los tiempos de recuperación.

Pero entremos en materia, una vez que el paciente sale del quirófano con su intervención y teniendo en cuenta que todo ha ido como debía ir durante la intervención, es el momento en el que la fisioterapia entra en escena para ofrecer todas las técnicas y servicios para que esa rodilla vuelva a su antigua «normalidad» y que la persona pueda moverse, desplazarse, correr, saltar, disfrutar y hacer la vida que llevaba sin que se resienta ni moleste.

Y para ello, vamos a describir en primer lugar el estado y los síntomas que va a tener el paciente en cada una de las fases de la rehabilitación y qué objetivos, técnicas y tratamiento será el indicado en cada momento, adaptándose el fisioterapeuta a las características propias de cada paciente (por tanto, pueden variar las siguientes indicaciones).

JUSTO AL SALIR DE LA INTERVENCIÓN:

La rodilla va a presentar una gran inflamación. Nuestros objetivos en este momento serán: disminuir inflamación mediante maniobras de drenaje linfático manual, kinesiotaping, y educación del paciente en cuanto a la aplicación de hielo y mantener el miembro afectado en alto.

No podemos olvidar la atrofia muscular general y del cuádriceps en particular: Empezar a hacer ejercicios de activación isométricos. La electroestimulación muscular se ha visto también como un método efectivo de recuperación muscular en la primera fase de rehabilitación.
Por otro lado, sí que vamos a poder trabajar los músculos, gemelos, tibiales, peroneos, musculatura del pie y aductores y glúteos con el fin de mantener en forma y funcional las articulaciones supra e infrayacentes; es decir, el pie y el tobillo y la cadera.
Procurar en este momento tener la pierna siempre elevada, a favor de gradiente, para que nos ayude a drenar y disminuir el edema e inflamación.
También nos servirá en este momento realizar vendajes compresivos con el mismo objetivo de reducir la inflamación.
Reeducación de la marcha con ayuda de muletas.

PASADAS LAS 2-3 PRIMERAS SEMANAS:

Trabajar sobre las cicatrices: empezar con maniobras para drenaje y trabajar sobre la cicatriz para las adherencias. también trabajaremos la movilidad de la rótula y sobre los tendones y tejidos fasciales si encontramos algún tipo de restricción.  empezaremos no solo con ejercicio isométricos; sino también alguna contracción concéntrica controlada, para ir activando la musculatura del cuádriceps, para que no se atrofie y para que vaya recuperado la funcionalidad. es en estos momentos, donde el paciente suele sentir bastante dolor, en las 2-3 primeras semanas, ya que la inflamación es mayor y el cuerpo aún está asimilando los cambios producidos en el mismo. por ello, aunque no es competencia de los fisioterapeutas sino de los médicos, es aconsejable la toma de antiinflamatorios y/o medicamentos mediadores del dolor para hacer más llevaderos estos primeros y difíciles días.

En este momento, adaptándonos a las características de cada paciente vamos a adicionar las movilizaciones pasivas de la articulación de la rodilla, para acercarnos a los 90 grados de flexión de la rodilla, y ganar también en el movimiento de extensión de la rodilla, todo ello sin dolor o con un dolor dentro de la tolerancia del paciente, dentro de los protocolos que marcan seguridad e integridad de la plastia y la rodilla.

EN UNA FASE POSTERIOR

Realizaremos una reeducación de la marcha sin muletas con carga progresiva de la pierna afectada.
En el caso de las movilizaciones las vamos realizar con una mayor participación del paciente, siendo estas movilizaciones activo-asistidas; ya que en este momento, la activación por parte del paciente va a favorecer la ganancia de fuerza muscular, trabajaremos con ejercicios en cadena cinética cerrada (al ser más seguros en fases iniciales) para la ganancia de fuerza y evitar la atrofia del cuádriceps por un lado, será posible hacerlo en este momento en que la activación y movimiento no generan un dolor tan agudo, y  con todo ello, vamos a ir ganando en la movilidad de la rodilla.

En este paso, el objetivo es ganar grado a grado, día tras día, hasta acercarnos al objetivo de recuperar la movilidad de la rodilla; en torno a la extensión completa y los 120-130 grados de flexión de rodilla. También es el momento de ganar fuerza no solo del cuádriceps, sino también de los isquiotibiales, aductores, glúteos con ejercicios más complejos y demandantes.

MÁS TARDE

Potenciación muscular progresiva, respetando tiempos de cicatrización del neoligamento, trabajo en bicicleta estática, elíptica puesto que hemos ganado el rango
de movilidad articular suficiente para ir introduciendo ejercicios funcionales y demandantes a nivel articular, muscular y cardo-circulatorio.

En cuanto vayamos avanzando en la funcionalidad de la rodilla, trabajaremos la potenciación muscular intensa puesto que ya se ha producido una buena cicatrización ósea y de la plastia,  y carrera continua progresiva.

También será momento de trabajar arduamente en la propiocepción de la rodilla, en los ejercicios de control motor, para producir todas las conexiones neuromusculares posibles, y que paciente tenga el control absoluto de cada macro y micro movimiento de su rodilla y gane toda la estabilidad posible. más tarde, en una fase posterior, será preciso trabajar la rodilla en situaciones más comprometidas con el fin de otorgar a la rodilla la capacidad de mantener o recuperar el control motor y la estabilidad de la rodilla. estos ejercicios los haremos con platos de Freeman, con cojines de inestabilidad, con el bosu, con toallas y colchonetas; con diferentes grados de flexión, con los ojos abiertos y cerrados; trabajos estáticos y dinámicos, tras salto o desplazamiento; también lo haremos con pequeños empujes por parte del fisio
e incluso con la recepción de objetos y con gomas generando inestabilidad de la rodilla que el paciente tendrá que ser capaz de recuperar.

FASE FINAL:

una vez alcanzado este punto, será determinante para el éxito de la rehabilitación del ligamento cruzado de la rodilla la colaboración entre el fisioterapeuta y el especialista en actividades físicas y deportivas (cafad), ya que ha de existir esa estrecha relación entre ambos mundos, uno con el carácter sanitario para seguir trabajando algún síntoma o signo físico que aún esté afectando al paciente; y por otro lado, el cafad, con carácter deportivo, donde será necesario su trabajo para la readaptación al deporte por un lado, y la debida progresión, alcanzar el máximo rendimiento deportivo con total seguridad.

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